« La información que permitimos que tenue en nuestra conciencia se convierte en algo extremadamente importante, de hecho, es lo que determina el contenido y la calidad de nuestra vida. »
Mihály Csikszentmihayly
Todos los seres humanos, por naturaleza, buscamos trascender siendo recordados por nuestros seres queridos y por quienes nos rodean. Tan necesario es quedarnos en la conciencia de los demás, que hemos creado formas para ser recordados, es el caso de la celebración del cumpleaños, las festividades, las ceremonias, los ritos, los homenajes; además de cosas tan cotidianas como tomar fotografías de los momentos más representativos, escribir cartas, libros u otros medios. Hay muchas formas de dejar un legado en esta vida para ser recordado, aun después de haber fallecido.
Pero, ¿te has detenido a pensar cómo serás recordado(a)? Quizá es buen momento para que lo reflexiones.
Sólo piensa, ¿cuántos años tienes? Imagina que te detienes un momento para voltear a ver el camino que has recorrido, voltea a ver las huellas que has dejado atrás. ¿Te gusta lo que ves?
Piensa que desde que naciste has dejado una huella importante en tu mamá y en tu papá, aun si no estuvieron contigo; en tus familiares y amigos; en los niños con quienes jugabas en la infancia; en los amigos de la adolescencia; en quienes han trabajado contigo, en fin, en todas las personas que has impactado, positiva o negativamente, dejando un recuerdo marcado en su memoria.
Tómate unos minutos para responder esta pregunta:
¿Qué huella has dejado en su memoria?
Es importante saber que una persona memorable es aquella que es digna de ser recordada, es decir, que es respetable porque logra adueñarse de los recuerdos que tiene en su memoria, pero no únicamente de los placenteros, sino también de los dolorosos. De hecho, poder revisar la interpretación que le dimos a las experiencias dolorosas, nos permite resignificar nuestros recuerdos y cambiar la historia que nos hemos contado sobre nuestra vida, y de ese modo, hacernos responsables de sanar nuestras heridas, aun sin que seamos responsable de crearlas.
Y, ¿cómo ser memorable? Para ser memorable necesitas sanar tu memoria, tomar tus recuerdos del pasado y convertirlos en un memorial. Cuando hablamos de memorial nos referimos a aquellas acciones que trascienden los tiempos, el mejor ejemplo es el momento en que Jesús se reconoce como el Cordero de Dios en la Cena Pascual, convirtió su Pascua en un memorial a través de la Eucaristía, por medio de la cual actualizamos su ofrenda sacramental; no se trata sólo del recuerdo de un hecho pasado, sino de un hecho que de alguna manera se actualiza hoy.
Para concluir, piensa que tu memorial está relacionado con tus recuerdos del pasado y, al mismo tiempo, con los recuerdos que quieras dejar plasmados en la memoria de los demás, no para ser protagonista de la historia, sino para que con tus acciones inspires a otros a la vocación de servicio a la cual todos hemos sido llamados.
Preguntas para reflexionar:
¿Cuál será tu memorial?
¿Qué recuerdos quieres dejar en la memoria de los demás?
Hasta ahora, ¿eres digno(a) de ser recordado(a)?
Bibliografía para profundizar:
- Csikszentmihalyi, M. (1997). Fluir: una psicología de la felicidad. Barcelona, España: KAIRÓS.
- Hahn, S. (2016). La Cena del Cordero. La Misa, el cielo en la tierra. Madrid, España: RIALP.