Por:
Marcela Cuevas Vázquez « Amar es ser vulnerable»
(Brené Brown)
En época de Cuaresma, buscamos una transformación interior como camino de conversión. Fielmente creemos que el perdón es esa ciencia que nos lleva a dar los pasos necesarios para preparar nuestro corazón y sanarlo de cualquier rencor o resentimiento para que Dios lo habite. Sin embargo, pareciera que perdemos el interés cuando llegamos al paso en el que
debemos ser comprensivos y compasivos con nuestro agresor/a.
Éste es quizá el paso más difícil del perdón, pero también el más sanador y el que nos hace más humano/a, pues
exige tocar nuestra vulnerabilidad, reconocer nuestra propia historia, nuestras heridas emocionales y dolernos por lo que perdimos al ser lastimados/as (la relación con el otro, la confianza, la seguridad, la integridad, etc.).
Es natural tratar de evadir, negar, olvidar o bloquear el dolor por la ofensa sufrida, es algo que asusta; pero considera que el corazón buscará siempre conectar con ese dolor porque sabe que es la única forma de curarse.
Practicar el perdón implica tocar el dolor y llegar a su raíz para sufrirlo, llorarlo, reclamarlo, comprenderlo, asumirlo y, finalmente, sanarlo en plenitud. Ese proceso requiere conectar con nuestra vulnerabilidad y también con la de quien nos lastimó; no para justificar su conducta, sino para sanar nuestro corazón, permitiéndonos comprenderlo/a con la mente y compadecerlo/a con el corazón, independientemente de que decidas o no reestablecer la relación.
Asumir una actitud mental de curiosidad para indagar sobre lo que pudo haber llevado al otro a actuar como lo hizo, nos permitirá desarrollar las virtudes de la comprensión y la compasión.
Así, después de haber contado la historia, de descargar y expresar tu ira, llorar tus duelos y haberle puesto nombre a tu herida, puedes otorgar el perdón a tu ofensor/a. Para lo que te damos algunas
recomendaciones que te pueden ayudar:
• Mírate desde el exterior (Medita): Desarrolla una mente que sea capaz de observarse a sí misma, como si pudieras ver tus emociones y tus pensamientos desde afuera. Podrás descubrir lo que pudo haber visto en ti tu agresor/a y que probablemente lo lastimó.
• Descubre tus heridas: Reconoce las heridas emocionales que forman parte de tu historia y que fueron tocadas por la otra persona.
• Averigua el contexto: Conocer la historia de vida del otro, sus experiencias dolorosas en la infancia, sus condiciones de vida, puede ayudar a comprender su manera de actuar.
• Conecta con su interior (empatiza): Ábrete a la experiencia de conectar con la mente y el sufrimiento de tu ofensor/a. Conecta con las emociones de malestar o dolorosas que le habrán hecho actuar de esa forma.
• Se curioso/a: Mira con curiosidad la manera de ver el mundo desde su perspectiva y reconoce cómo esto puede influir en los juicios que realizas sobre su conducta.
• Se modesto/a: Reconoce los límites de tu capacidad para saber lo que está en la mente del otro.
• Rescata lo valioso: Se consiente de que te podrías equivocar cuando tratas de entender el comportamiento de quien te lastimó, sin embargo, tratar de dar sentido a esos desacuerdos puede enriquecer tus relaciones interpersonales.
No olvides que la comprensión y la compasión nos permiten recibir como consuelo del Espíritu Santo, por el infinito amor que nos tiene, la capacidad de encontrar el gozo en el dolor, pues al reconocer las luces y las sombras de nuestra condición humana compartida podemos actuar con bondad y benevolencia.
«¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?» (Mt. 18, 33).
Referencias bibliográficas:
- Brown, B. (2016). Más fuerte que nunca. Urano.
- El Libro Del Pueblo De Dios. La Biblia. (1990). Obtenido de La Santa Sede:
http://www.vatican.va/archive/ESL0506/_INDEX.HTM#fonte
- Midgley, N., Ensink, K., Lindqvist, K., Malberg, N. & Muller, N. (2017). Tratamiento basado en la mentalización para niños. Un abordaje de tiempo limitado. Desclée De Brouwer.
- Siegel, D. (2010). Mindsight. La nueva ciencia de la trasformación personal. Paidós.