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Soledad para encontrarme y encontrarte




¡Vacúnate contra el miedo!

Seguimos con la cuarentena provocada por el CORONAVID-19. Jesús fue al desierto para prepararse para su misión (Lc 4,1), y nosotros ahora de alguna manera nos encontramos en nuestro desierto para prevenir una crisis sanitaria mayor.

Este aislamiento puede ayudarnos a mirar dentro de nosotros mismos/as, podemos descubrir todo aquello que el activismo de nuestro día a día nos impide ver. Este momento de paro forzoso debe ser una oportunidad de crecer para adentro en compañía de Jesús.

La cuarentena puede ser un tiempo de conversión, y no hay mejor manera de trabajar en ella que la reflexión en la oración, examinarnos y ver cuáles son los afectos que llenan nuestro corazón, en diálogo con Jesús ahora que nos encontramos junto a Él.

La lectura espiritual, que en estos momentos podemos hacer de manera más pausada y profunda puede abrirnos nuevos horizontes en nuestra vida y en nuestros apostolados. Toma nota de lo que te llame más la atención para que después puedas meditarlo en tu oración personal. Dedica también algún tiempo para la lectura de la Biblia y piensa lo que Dios quiere decirte a través de ese pasaje.

Este es el momento ideal para que redescubras la Liturgia de las horas y sean realidad aquellas palabras del Catecismo: Celebrar la Liturgia de las Horas exige no solamente armonizar la voz con el corazón que ora, sino también "adquirir una instrucción litúrgica y bíblica más rica especialmente sobre los salmos. (CEC 1176) Podrás armonizar tu voz y tu corazón para profundizar en la riqueza de la Liturgia y de las Escrituras, rezando serenamente con el pensamiento en aquello que estás diciendo y tu corazón elevado a quien te diriges.

Si no puedes participar de la Santa Misa, busca alguna de las opciones en “streaming”, se puntual y cuida tu recogimiento y comportamiento, aunque la escuches a distancia la Misa tiene un valor infinito. Y en el momento de la Comunión recita Comuniones Espirituales, te puede servir este texto:

«Yo quisiera, Señor, recibirte con aquella pureza, humildad y devoción con que te recibió tu Santísima Madre; con el espíritu y fervor de los santos».

Por último, pide mucho para que esta situación termine los más pronto posible, que tu ayuno y penitencia de estos días sea ofrecido por los enfermos, sus familiares y el personal sanitario que lleva jornadas enteras trabajando sin descanso.

Encuéntrate con Jesús, mira dentro de ti mismo/a, reza y profundiza en tu relación con Él y los demás, que sea tu cuarentena una soledad que te lleve a abrirte a los demás por medio de la oración.

Fuentes consultadas:

Guía para el cuidado Psicológico de Vida Religiosa y Sacerdotal de la UNINPSI, 2020. Universidad Pontificia de Comillas.




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