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Sanar la Iglesia herida



Por: Aura Gabriela Solis Velázquez

¡Vacúnate contra el miedo!

Diversas tormentas han golpeado a la Iglesia Católica, algunas, más fuertes y arrasadoras que otras; los delitos de abuso sexual, sin duda, han representado una intensa sacudida y un importante desafío a vencer.

La historia cristiana nos demuestra que estas tormentas son un llamado de nuestro Padre a reivindicar el camino que vamos siguiendo, a reestructurar las normas, a comprometernos a mejorar nuestro ser y a ejercer con más amor y entrega el ministerio que nos fue confiado para servir a la Iglesia de Cristo.

Actualmente, a nombre de la Iglesia, el sumo Pontífice Francisco, con la ayuda de los clérigos encargados, han implementado medidas para subsanar los casos de abuso sexual a niñas y niños, y evitar que ocurran más, respondiendo así, con justicia y responsabilidad a las víctimas y a la comunidad en general.

Siguiendo con esta enseñanza, como comunidad, como religiosas/os o sacerdotes integrantes de la Iglesia, debemos asumirnos como parte del daño, pero más aún, como instrumentos de sanación, respondiendo a nuestro llamado de dar un testimonio concreto de la fe de Cristo en nuestra vida y, en particular, en nuestra relación con el prójimo.

La acción más importante que podemos emprender para sanar la Iglesia herida es informarnos acerca de las causas, consecuencias, manifestaciones y tratamiento del abuso sexual a niñas y niños, además de conocer los protocolos emitidos a través del Vaticano y conocer los lineamientos propios que sean creado en nuestras comunidades para garantizar el tratamiento adecuado si se presentara el caso.

Sanar la Iglesia herida se hace siendo verdaderos Apóstoles de Cristo, ejerciendo la verdad y la transparencia en nuestros actos, pues, como dice la Palabra “no amemos con puras palabras y de labios para afuera, sino de verdad y con hechos” (1, Jn. 3, 18 y 19), haciendo así, la parte que nos corresponde.

Para ello, es necesario que trabajemos en nuestro propio ser, en nuestra santidad y espiritualidad; que respondamos a una continua y profunda conversión de corazones, acompañada de acciones concretas y eficaces que nos involucren a todos como Iglesia (Francisco, 2019), poniendo nuestra confianza en Cristo mismo.

Referencias:

- La cita bíblica fue tomada de la Biblia Latinoamericana.

- Francisco. Vaticano II. Carta Apostólica en forma de “Motu proprio”. Vos Estis Lux Mundi. (7 de mayo del 2019). Obtenido de: http://www.vatican.va/content/francesco/es/
motu_proprio/documents/papa-francesco-motu-proprio-20190507_
vos-estis-lux-mundi.html




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