Por:
Aura Solis Velázquez « La verdadera reconciliación no escapa del conflicto sino que se logra en el conflicto, superándolo a través del diálogo »
Papa Francisco
Desde el primer instante de vida, mamá se convierte en nuestro vínculo más importante debido a la conexión y sensación de unidad durante la gestación y después del nacimiento. En los primeros años de vida nos ofrece muestras de amor de manera que satisface nuestras necesidades. En la medida en que, fortalecemos el vínculo con mamá, tejemos nuestro mundo interno, cimentando la autoestima, el sentido que le damos a la vida, el autocuidado, la autoaceptación, comprensión, resiliencia y la sensación de ser merecedores/as y suficientes; lo que configura la forma como nos relacionamos.
Es posible que, las necesidades de afecto y atención no hayan sido satisfechas del todo, o no como nosotros/as lo requeríamos, de manera que se crea una herida en la infancia que, durante la adultez, se ve proyectada en la relación que forjamos con nuestra madre, con nosotros/as mismos/as, con las personas que son importantes, como nuestra comunidad e incluso, la relación que tenemos con Dios. Esto no quiere decir que, haya rencor hacia nuestra madre o estemos distanciados/as de ella, pero sí, que hay huecos en la relación que impiden un vínculo fraterno.
Para sanar la herida se requiere observar con curiosidad nuestra historia y hacernos conscientes de aquello que carecemos, no con el objetivo de juzgar a mamá, sino para hacernos cargo de ello, sanarlo y reconciliar este vínculo.
Evocar a la reconciliación puede traer a nuestra mente, de manera casi inmediata la palabra “perdonar”, sin embargo, estas dos comprenden significados diferentes. Si bien, por medio del perdón y la reconciliación aspiramos a curar nuestra tristeza, adquirir la paz y armonía en nuestros corazones para sanar y continuar el camino superando las voces del pasado; estas son diferentes pues, la verdadera reconciliación viene siempre después del perdón.
Reconciliarnos con nuestra figura materna, implica poner en práctica la bondad, misericordia, compasión y generosidad para reparar la relación y la confianza a través de diálogo sincero y transparente, pues la verdad conduce a la reconciliación. De ninguna manera se trata de olvidar y negar el pasado, sino de reconocerlo para cambiarlo, para aprender a amar de otro modo y conectar nuevamente.
Buscar la reconciliación involucra no solo mirarnos a nosotros/as como víctimas, sino ser capaces de observar compasivamente la historia de nuestra madre y aprender a identificar la diferencia que hay entre: “no quiso darme lo que necesitaba” y “no pudo darme lo que necesitaba”, pues quizá no contaba con los recursos emocionales para hacerlo y no podía mostrar el amor como lo sentía. Es importante y necesario observar lo que mamá sí hizo por nosotros/as, y tener en cuenta que nos dio lo mejor que tuvo en ese momento, por ejemplo, habernos donado el 50% de nuestro ADN, gracias a eso, hoy nos encontramos aquí.
Cuando nos reconciliamos con nuestra madre, nos reconciliamos con nosotros/as mismos/as al hacernos responsables de las heridas que tenemos y darnos el amor que necesitamos, sin esperar a que mamá u otra persona repare esas fracturas. Solo de este modo podremos poner nuestra mirada completamente en lo que ahora somos y hacemos, evitando herir a otros con la herida que no hemos sanado. También nos reconciliamos con Dios, pues
Él nos confió la tarea de reconciliar, reconciliar siempre.
A continuación, te brindamos algunas recomendaciones que pueden ayudarte para iniciar este proceso de reconciliación:
- Debes reconciliarte cuando estés lista o listo, la reconciliación es una necesidad del alma para vivir en paz y con espiritualidad.
- Piensa en la relación con mamá, en todo lo que sí pudo darte y en todo lo que no, es posible que haya emociones de malestar, pero no permitas que te invadan.
- Imagínate diciéndole porqué te sientes ofendido/a y los sentimientos que tienes al respecto, ¿qué le dirías?, escríbelo.
- Pregúntate: ¿qué deseo lograr con la reconciliación?, ¿qué límites debo dejar claros?
- Considera si un profesional debe intervenir en la reconciliación.
- Si mamá ya no está, puedes hacer una oración en su nombre, agradeciendo todo lo que de ella recibiste, e incluso, puedes escribirle una carta en donde le digas aquello que le agradeces y lo que necesitas sanar.
Reconciliarnos con nuestra figura materna nos permite construir un presente con relaciones inicialmente significativas y no mantenernos anclados al pasado.
Referencias:
- Francisco. Vaticano II. Carta Encíclica Fratelli Tutti. 3 de octubre del 2020. Obtenido de:
http://www.vatican.va/content/francesco/es/
encyclicals/documents/papa-francesco_20201003_enciclica-fratelli-tutti.html
- Grün, A. (2012). El espacio interior. Descleé de Brouwer.
- Rivas, R. (2012). Saber perdonar. Urano.