Almas logo



Personas mayores, responsabilidad de todas y todos



Por: María Piedad Martínez Ocádiz

Adviento, recuperar la alegría y la esperanza

Nuestras comunidades religiosas son familias y como tales tenemos miembros de todas las edades conviviendo en una misma casa. En el caso de los sacerdotes diocesanos es un poco distinto, pero de igual manera en una diócesis encontramos en el presbiterio no solo hombres jóvenes, sino también hombres de edad avanzada.

Esta realidad es muy enriquecedora porque nos permite conocer distintos puntos de vista y comprender que la vida no siempre ha sido como la conocemos hoy, pero corremos el riesgo, por la velocidad con la que vivimos y las demandas constantes de los apostolados, de hacer a un lado a las personas mayores sin querer.

Al envejecer muchas veces no es posible asignarles encargos de gran envergadura pues no poseen la fuerza y la vitalidad de antaño, sin embargo, esto no es una razón para no tomarlos en cuenta en cuestiones que les atañen de manera directa o situaciones que surgen dentro de la comunidad.

La sabiduría y el criterio que las personas mayores han ido acumulando a lo largo de los años de servicio en el ministerio o su vocación religiosa son un tesoro invaluable que debe ser considerado.

«…la atención a los ancianos habla de la calidad de una civilización. ¿Se presta atención al anciano en una civilización? ¿Hay sitio para el anciano? Esta civilización seguirá adelante si sabe respetar la sabiduría, la sabiduría de los ancianos». (Francisco, 2016) Darles su lugar a las personas mayores es garantía de continuidad y verdadera fraternidad. Reconocer que necesitan sentirse escuchadas, cuidadas y sobre todo queridas, hará que no solo las tratemos con una caridad oficial, sino con cariño de verdad con acciones como tomarnos el tiempo de hablar con ellas en algún momento del día, aunque ya nos sepamos la historia que van a contarnos, estar pendientes de su salud, si toman o no las medicinas, si comen bien, si logran descansar por la noche o, mejor aún rezar juntos/as.

Puede que sus cuerpos ya no les respondan, pero los adultos mayores son personas que han dejado su vida por el servicio a la Iglesia y a las almas, es por tanto un deber de justicia velar por ellas y mostrarles la gratitud que se merecen por el hecho de haber perseverado en ese sí que dijeron al Señor hace ya muchos años.

La atención a las personas mayores es un gustoso deber de todas y todos los miembros de una comunidad o del presbiterio de una diócesis, testimonio del Reino de Dios que Jesucristo ha venido a instaurar.

“En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros». Jn 13, 35

Bibliografía:

- Francisco. Vaticano II. Carta encíclica Laudato si. 24 de mayo del 2015. Obtenido de: https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/
documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html




Boletín


Suscríbete a nuestro boletín y recibe noticias y artículos de interés.
Le invitamos a leer nuestros avisos de privacidad.