Por:
María Piedad Martínez Ocádiz
La dimensión de servicio de tu vocación como persona entregada al Señor da sentido a tu vida e implica la instauración y la extensión del Reino de Dios sobre la tierra, de acuerdo a tu capacidad y a la espiritualidad que has recibido.
Toda actividad apostólica debe realizarse desde esa perspectiva para lograr ser fecunda, contribuir a la evangelización y a tu propia santificación.
Pero además de lo anterior, el servicio que llevas a cabo día a día hace que vayas desarrollando tus talentos y cualidades, enriquece tu personalidad y al mismo tiempo eres ocasión para que otras personas encuentren a Cristo.
El servir es de tal importancia para tu ministerio o apostolado que hace falta que de vez en cuando en tu oración puedas preguntarte en la presencia de Dios: ¿cuál es la razón por la que lo realizó?, ¿soy consciente de los beneficios que tiene para mí?, y ¿qué tan pleno/a me siento al hacerlo?
Apunta tus respuestas y vuelve a leerlas con calma, ahora piensa si estás satisfecho/a con ellas, si no lo estás reflexiona en que puedes hacer para mejorar y que la respuesta sea la que quieres.
Trae a tu memoria todas esas ocasiones en las que pensabas que no lograrías realizar lo que te habías propuesto en tu empresa apostólica, sin embargo, lo conseguiste o aquellas otras en las que a lo mejor no tenías mucha ilusión, pero que al final decidiste llevar a cabo y tuviste una sensación de satisfacción al concluirla.
Descubrirás que has aprendido, entre otras cosas a tratar distintos tipos de personas, a trabajar en equipo, a superar la timidez y que ahora eres una persona más flexible, capaz de adaptarse a circunstancias muy variadas.
Las siguientes palabras del Papa Francisco pueden darte luces sobre lo que tienes que tomar en cuenta al llevar a cabo esta reflexión.
“… a medida que crecemos en el cuidado y la disponibilidad hacia los demás, nos volvemos más libres por dentro, más parecidos a Jesús. Cuanto más servimos, más sentimos la presencia de Dios. Sobre todo, cuando servimos a los que no tienen nada que devolvernos, los pobres, abrazando sus dificultades y necesidades con la tierna compasión: y ahí descubrimos que a su vez somos amados y abrazados por Dios”. (Francisco, 2021)
Saberte más libre y amado por Dios, te hará profundizar en tu vida interior, mejorar como persona y comprender que servir no te hace menos, sino al contrario te hace crecer, a través del desarrollo de tus aptitudes, habilidades y talentos. Así en los momentos en que te pueda resultar más complicado, recuerda que no solo ayudas a otra persona, sino que estás mejorando tu propio ser.
Referencia:
- Angelus, Papa Francisco, 19 de septiembre 2021. Recuperado de:
https://www.vatican.va/content/francesco/es/angelus/2021/
documents/papa-francesco_angelus_20210919.html
- San Josemaría Escriva de Balaguer, (1977). Amigos de Dios. Rialp.