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Evangelizar: lenguaje positivo



Por: Aura Gabriela Solis Velázquez

« La tarea evangelizadora se mueve entre los límites del lenguaje y las circunstancias »
(Papa Francisco, 2013)


Adviento, recuperar la alegría y la esperanza

Transmitir el evangelio es nuestra misión como servidores de la Iglesia de Cristo. Evangelizar “es vivir la fe, es hablar con mansedumbre, con amor, sin querer convencer a nadie, sino gratuitamente. Es dar gratis lo que Dios nos ha dado gratis a nosotros” (Francisco, 2016). No es justificar la existencia de Dios, sino compartir la alegría de conocerlo.

Enseñamos el evangelio por medio de nuestros actos, nuestra fe, amor y misericordia, pero, sobre todo, a través de nuestras palabras que debieran ser mediadoras del encuentro permanente entre el Señor y el hombre.

Se trata de proclamar el evangelio con un lenguaje que trascienda y signifique algo en la vida de nuestros fieles, y no mediante fórmulas o palabras ortodoxas que no enmarquen la profundidad del mensaje que Jesucristo nos heredó.

Emplear el lenguaje positivo es una alternativa para nuestro servicio evangelizador, pues, nos construye, es capaz de modificar la percepción de nuestro cerebro, influye en la manera en que nos comportamos, condiciona nuestra forma de percibir el mundo y las relaciones con los demás, puede hacernos más flexibles y creativos cuando lo aplicamos hacia los demás y hacia nosotros mismos, nos motiva, nos impulsa y nos da la energía necesaria para seguir esforzándonos, lo que promueve emociones de bienestar.

El lenguaje positivo no nos dice lo que no hay que hacer, sino que nos propone cómo hacerlo mejor, de este modo, al evangelizar podremos dar a conocer cómo amar más y cómo llevar a la práctica lo que Dios espera de nosotros, es una invitación a ser más compasivas/os y comprensivas/os con el prójimo y con nosotros mismos, evitando así centrarnos en el juicio, la crítica y el reproche, que únicamente nos alejan del mensaje natural del Evangelio.

Para ello, es necesario que aprendamos a habitar nuestras palabras, es decir, hablar más consciente y sinceramente, hacernos cargo de nuestras palabras y de su destino, lo que requiere de un pleno conocimiento de la palabra de Dios, de manera que, al transmitirla, tendrá mayor impacto y trascenderá más allá del momento en que se mencione.

Además, cuando habitamos nuestras palabras tienen alto impacto en la vida de las personas; son dignas de confianza; alimentan una nueva relación con nosotras/os mismas/os; nos hacen se auténticas/os y crean vínculos y relaciones personales duraderas.

A continuación, te damos algunas recomendaciones para comenzar a utilizar el lenguaje positivo:

• Toma conciencia de tu propio lenguaje, hazlo con curiosidad y no con juicio, así podrás intervenir en él. Evita términos absolutos (todos, nadie, nunca, siempre); evita el verbo “ser” y cámbialo por “parecer” o “comportarse”, así evitas el juicio.
• Incrementa la cantidad de “síes” y disminuye la cantidad de “noes”: aprendamos a decir lo que sí se puede hacer y disminuir aquello que nos falta.
• Diariamente elije una palabra que quieras “habitar”, una palabra que te haga crecer y úsala dentro de tus diálogos internos y externos. Puedes empezar por habitar las palabras “sí” y “no”.
• Expresa sentimientos y consecuencias acerca de una conducta inadecuada: “cuando llegas tarde a las reuniones, el equipo se siente frustrado porque hay que retrasar la toma de decisiones”.
• Describe de manera constructiva lo que deseas: “por eso te pido que no vuelvas a llegar tarde a una reunión”.
• Intenta usar palabras como: alegre, feliz, animado, activo, entusiasta, ilusionado, orgullo, sonreír, reír, tranquilo, sereno. El uso de estas palabras mejora el funcionamiento del cerebro.
• Evita palabras como: miedo, asco, alertado, vergüenza, envidia, desprecio y preocupado, estas palabras inciden de manera negativa en el comportamiento y estado de ánimo.
• Sé constante en el uso del lenguaje positivo, así podrás disfrutar de sus beneficios.
• Escribe tres agradecimientos al finalizar cada día, esto te permitirá enfocarte en lo positivo, y te facilitará usar con más naturalidad este lenguaje.

Proclamar la Palabra requiere paciencia y creatividad sin disminuir el ideal del Evangelio, crear un lenguaje positivo nos permite ser más misericordiosos con nosotras/os mismas/os, para después, propagarlo entre los fieles.

Referencias bibliográficas:

- Castellanos, L. Yoldi, D. y Hidalgo, J. (2016). La ciencia del lenguaje positivo. Cómo nos cambian las palabras que elegimos. Paidós.
- Francisco. Vaticano II. Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium. 24 de noviembre de 2013. Obtenido de:
http://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/
documents/papa-francesco_esortazione-ap
_20131124_evangelii-gaudium.html#Persona_a_persona




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